Impsa, Portezuelo del Viento y nuestra matriz productiva

Los mendocinos venimos desde hace tiempo diciéndole que «no» a muchas cosas, es hora de empezar a decir «sí». A comprometernos con el desarrollo.

Desde el sector metalúrgico de Mendoza hemos salido con firmeza a defender el trabajo de nuestro sector, a rescatar la historia del desarrollo tecnológico y a sostener vectores de crecimiento que nos permitan avizorar posibilidades de desarrollo.

Si hoy sostenemos desde todos los sectores de actividad económica, social o científica, que la innovación, el desarrollo y la investigación aplicada a la mejora continua de nuestros sectores productivos es base para un futuro mejor, no podemos comprender que desde esos mismos actores surjan voces en contra de sostener determinadas tecnologías.

Impsa, un emblema de la industria nacional, con épocas de esplendor y épocas de frustraciones, ha dejado en Mendoza un entramado pyme dedicado al desarrollo de tecnologías y servicios vinculados al sector energético de alto nivel internacional.

Sin la tracción de una compañía que durante más de 100 años formó profesionales, técnicos y operarios de nivel, no hubiese sido posible.

Hoy el Estado provincial y nacional participan de la conducción de la compañía y afloran aspectos sociales, culturales e ideológicos que no nos dejan mantener un debate racional y una exposición de ideas constructivas que asegure el trabajo para cientos de familias, el desarrollo tecnológico de punta y el buen uso de los fondos públicos.

En el mundo, los Estados son parte de los sectores estratégicos de la economía como la energía, las comunicaciones o algunos recursos naturales y en ese marco debemos encuadrar la situación de Impsa hoy.

Una empresa estratégica para el país, una empresa fundamental para que Mendoza no siga cayendo en el ranking nacional por la falta de vectores de crecimiento.

El rescate de Impsa se vincula al aprovechamiento de nuevas oportunidades de negocios y a la concreción de una obra importante para Mendoza, como es Portezuelo del Viento.

También aquí los mendocinos nos encontramos planteando alternativas opuestas y tensionando la situación poniendo en riesgo su concreción.

Estamos seguros que no es el mejor proyecto que soñamos, pero este debate viene desde hace más de 40 años y los recursos para la obra los conseguimos allá por el 2007 y recién ahora comenzaron a hacerse efectivos los pagos que la Nación le adeuda a Mendoza por aquella irracional promoción industrial que tanto nos perjudicó. 

Llevamos 14 años esperando y hoy con la licitación prácticamente adjudicada, nos encontramos con planteos extemporáneos. Es el proyecto aprobado, licitado y en curso de adjudicación. No podemos dar marcha atrás. ¿Estaremos otros 14 años viendo que hacer, mientras la falta de oportunidades se acrecienta al ritmo de la pobreza? Quienes se oponen al proyecto tienen seguramente justificadas razones, pero el tiempo del debate ya terminó, ahora sólo resta poner manos a la obra y cuidar de la mejor manera los fondos públicos y el trabajo de los mendocinos. 

Portezuelo del Viento se vincula al desarrollo del sur provincial, casi siempre olvidado por la provincia y que merece tener estas oportunidades de desarrollo atendiendo a las inversiones en Energía, Minería, Petróleo, Ganadería y Turismo.

La oposición a la situación de Impsa, a Portezuelo del Viento, a la minería, o al desarrollo turístico del cerro Punta Negra cercano al Manzano Histórico (Tunuyán), responde a diferentes razones, pero nos llevan al mismo punto y es el freno a las inversiones y la generación de empleo que nos saque de esta línea de pobreza.

Este parece ser el problema de la sociedad mendocina, la baja capacidad que tenemos para llegar a consensos, para respetarnos e interpretarnos.

Los mendocinos venimos desde hace tiempo diciéndole que “no” a muchas cosas, es hora de empezar a decir “sí”, es hora de comprometernos con el desarrollo, siempre bajo el claro concepto de la sustentabilidad ambiental, social y económica.

Es posible lograrlo, somos una sociedad con capacidades, con recursos humanos, con conciencia ciudadana y valores históricos, pero debemos adaptarnos a los tiempos de las nuevas tecnologías o procesos de transformación en marcha en el mundo entero.

Como sociedad deberemos comprender los cambios y adaptarnos a los mismos.

Aquí empieza el desafío final y es entender qué representa nuestra matriz productiva y hacia dónde debemos ir de cara a un mundo demandante de alimentos, minerales, tecnología y con predisposición a no dejar de movilizarse por todo el mundo potenciando el turismo y los servicios.

Mendoza debe pararse a debatir esos escenarios y encontrar formas de consensuar ideas, aunque a veces no las compartamos a un 100 x 100.

El eje rector de las propuestas debe ser la generación de empleo para reducir los niveles de pobreza.

Aquí vemos la importancia de sostener Impsa, avanzar con Portezuelo, la minería, Vaca Muerta, el desarrollo de las inversiones en turismo, en actividades agroindustriales o ganaderas.

Aquí tenemos que tener un Estado que tome decisiones para contenernos a todos, con una justa distribución de la inversión pública, con una asistencia equilibrada a todos los actores de la economía provincial.

Mendoza debe volver a tener la pujanza de los buenos tiempos y para esto es necesario ampliar nuestra matriz productiva, considerando necesario fortalecer los recursos existentes y permitir que nuevos vectores de crecimiento se incorporen sin desplazar ni negar ninguna actividad, sobre todo aquellas que tienen fuerte impacto en la inversión y en el agregado de valor.

Quizás seamos capaces de lograrlo o de influir en quienes toman decisiones.